jueves, 10 de febrero de 2011

La nueva Escocia pita

Ha pasado mucho tiempo desde que la selección escocesa hizo algo grande. Tal vez demasiado. Su última clasificación para una fase final fue en Francia 98, cuando de la mano de Craig Brown, actual entrenador del Aberdeen, el Tartan Army finalizó en el último puesto de su grupo sumando un solo punto ante Noruega. Su última buena actuación, en la Euro 96 de Inglaterra, donde solo la diferencia de goles apartó a los escoceses de los cuartos de final. En esas selecciones destacaban algunos jugadores como Colin Calderwood, actual entrenador del Hibernian, Ally McCoist, segundo de Walter Smith en el Rangers e incluso el incombustible David Weir. Esa Escocia, la Escocia de los Hendry, Gallacher o Dailly constituyó posiblemente la última gran generación de la selección escocesa. Desde entonces, todo han sido sombras y decepciones. Hasta hoy.

Escocia afrontaba la fase de clasificación para la Euro 2012 con la intención de optar a la segunda plaza del grupo y entrar en la repesca, ya que todos daban por hecho que la primera plaza sería coto exclusivo de la España campeona del Mundo. En esa pelea, el principal rival sería una República Checa en horas bajas y en pleno proceso de regeneración. Los otros rivales (Lituania y Liechtenstein), no deberían plantear, a priori, problemas a los hombres de Craig Levein. En el primer partido obtuvieron un empate en Kaunas, un resultado aceptable aunque dando una imagen que dejó mucho que desear. En el segundo partido, el bochorno sobrevolo Hampden Park hasta que el central McMannus, en el minuto 97 de partido, conseguía un agónico gol que servía para remontar el partido ante la débil Liechtenstein (2-1). Aquel era un equipo bastante distinto al actual, en el que tenían mayor importancia veteranos jugadores que apuraban sus carreras en el Championship a jóvenes que intentaban hacerse hueco en la Premier League. La vergüenza se alcanzó un mes después en Praga. Levein apostó por un ultradefensivo sistema (4-6-0) para intentar arañar un empate ante el principal rival por la segunda plaza, aunque el resultado final (1-0) solo sirvió para que arreciaran las críticas contra jugadores y entrenador.



El inicio del cambio

Cuatro días después del horrible partido de Praga, Escocia recibía en Hampden Park a España. La prensa escocesa adoptó una postura catastrofista, esperando una nueva debacle en casa ante la flamante campeona del Mundo. Sin embargo, el Tartan Army expuso en el campo mucho más de lo que se esperaba, llegando a empatar a 2 tras ponerse La Roja con dos goles de ventaja. Un gol de Fernando Llorente en el 79 bajó de la nube a unos aficionados escoceses que, sin embargo, recuperaron la confianza en su selección. Sin embargo, para visualizar el auténtico punto de inflexión tenemos que volver a mirar un amistoso intrascendente y poco seguido que Escocia disputó ante las Islas Feroe en Aberdeen. Un partido en el que Craig Levein decidió cambiar el sistema y sus componentes. Decidió dar la manija a un Charlie Adam que ya demostraba su valía para el fútbol de élite en el Blackpool, y situó junto a él al joven Barry Bannan, con Darren Fletcher haciendo de escudero de ambos. También regeneró la defensa, utilizando a hombres poco usados hasta la fecha como Stephen Crainey o el central del Liverpool Danny Wilson. El partido acabó con una clara victoria por 3-0 con goles del propio Wilson, Kris Commons y Jamie Mackie. Una victoria cómoda que reflejaba una mejora importante en el juego, aunque la entidad del rival no diera para sacar muchas conclusiones.


La confirmación de la mejora

Y así llegamos hasta el 9 de Febrero, día del debut de Escocia en la nueva Carling Nations Cup contra la selección de Irlanda del Norte. En este partido, Levein apostó por continuar con el cambio generacional, añadiendo a los jugadores que jugaron contra las Islas Feroe a otros pilares importantes del fútbol escocés. Y el equipo no decepcionó, no solo por el resultado (3-0) sino, sobre todo, por el juego de toque desplegado, dejando el balón largo como última opción y yendo a presionar muy arriba la salida del balón de los norirlandeses. Los goles, obra de Kenny Miller, James McArthur y Kris Commons, sirven para colocar al Tartan Army al frente de la Nations Cup, empatado a todo con la República de Irlanda, aunque esto es algo anecdótico comparado con lo realmente relevante que se puede extraer del partido del pasado miércoles: la selección escocesa ha encontrado su estilo y, para mantenerlo, ha de apoyarse en algunos de los jugadores de moda del fútbol europeo, como Charlie Adam y Kris Commons, y respaldarlos por algunos de los "clásicos" que dieron mejor resultado, como Naismith, Morrison y Miller. Con estos nombres y teniendo claro a qué jugar los escoceses tienen opciones de darle la vuelta al grupo de clasificación y soñar con volver a disputar la fase final de un gran torneo. La nueva Escocia ha llegado, y está dispuesta a alcanzar la élite.


2 comentarios:

  1. Cada día me gusta más la selección de Escocia. Ayer barrió a Irlanda del Norte. Tengo ganas de ver su duelo contra Irlanda en la Nations Cup.

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  2. hombre, ya de por si por nombres es muchisimo mas ilusionante, pero no alcemos las campanas al vuelo, habrá que verlo contra equipos de un poco mas de nivel.
    a ver si hay suerte y se meten en la proxima eurocopa, la tartan army da mucho color

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